sábado, 24 de julio de 2010

¡MATER ESPAÑA!

Me han tocado la fibra patriótica. Ocurrió ayer por la tarde, a eso de las 16:30 hora londinense, cuando uno de los recepcionistas de esta nuestra bendita residencia llamó a la puerta de nuestra habitación. Yo estaba en la cama perdiendo el tiempo con el ordenador mientras Diego "hacía lo propio" con la trompeta -por cierto, que mono tengo ya de trombón-. En un principio creímos que era alguien quejándose precisamente de la trompeta, a pesar de que toca con sordina y no se oye a penas nada, pero no, era nuestro amigo el recepcionista diciendo que traía nuevas normas sólo para los españoles. ¡Qué sorpresa!, ¡nuevas normas!. Si, nuevas por los cojones. No ponía nada que no pusiera en el folleto que ya nos entregaran el primer día. Pero eso es lo de menos, lo que a mi me tocó la fibra fue que nada más nos recordaran lo que es y no es legal a mi y a mis queridos compatriotas. Es cierto, hay como cinco o diez españoles gilipoyas que unicamente han llegado a la capital inglesa para salir de fiesta, beber e intentar fornicar -como si no se pudiera hacer eso en España- y para ello no les importa pasarse a la torera cualquier tipo de norma, restricción o lo que sea, haciendo de esa manera barbaridades como tapar el detector de humos con una toalla para que no sepan que fuman en la habitación (eso se creían ellos), o traer alcohol de la calle para ingerirlo en el interior de la residencia siendo menores de edad. Niñatos inocentes e inconscientes...
La cuestión es que en la residencia estamos muchos españoles y quitando a esos pocos, ninguno causamos ningún tipo de problema ni incumplimos ninguna norma ni nada por el estilo. Como en mi caso, que no he hecho absolutamente nada fuera de lo permitido desde que llegara la semana pasada.
Dados todos estos hechos no tuve por más que, con la ayuda de María, bajar a recepción y en mi chapucero inglés, medianamente pulido en estas dos semanas de academia y de tener que tratar con kiosqueros, ordenanzas de conservatorios, etc., hacerle saber al recepcionista que para nada necesitaba el folleto con las "nuevas" normas. -Sorry, I'm Spanish, but I don't need this information. I haven't given any problem since I came to this resident last week. Not all Spanish cause problems-, le dije. Intentó convencerme diciendo que en el dichoso folleto no aparecía mi nombre, que no iba por mi, que nos lo dio a todos los españoles, cosa que yo ya sabía., luego no paraba de insistir en que no lo necesitaba y con la ayuda de María le dije que me sentía herido por haberlo recibido por el hecho de ser español. Después de repetir lo mismo varias veces, el buen señor acabó diciendo que se sentía avergonzado por tener que habérmelo dado pero que él era un mandao. Pues nada, nos dimos las gracias mutuamente y volví a mi habitación, por supuesto dejando mi folleto -y el de María- en recepción. Por si se lo tuvieran que dar a algún francés, inglés, albano o italiano que probablemente si lo necesiten, aunque se lo tendrán que traducir.
Lo peor de todo es que varios de mis compatriotas coinciden, y así me lo han hecho saber, en que hice muy bien. Se quitan el sombrero ante mi acción, pero a ninguno se le ha ocurrido bajar y hacer lo mismo. Pues nada, si los llaman "delincuentes" por el hecho de ser españoles y se conforman, pues libres son. Así es que nada, amigos de la península que decidáis tener una bonita y confortable estancia en Hyelm, ya sabéis con el cartel que venís.

1 comentario:

  1. Así que pagando justos por pecadores... Bueno, tal y como yo lo veo, tenías dos opciones: la primera es actuar como actuaste, decir oiga usted, no tengo la culpa de que a nadie se le ocurriera separar el ganado de los seres humanos, así que no me cuelgue el cencerro como al resto. La segunda, from lost to river, haber hecho pie en la acusación y haber montado jarana, importado sustancias, o lo que os diera la gana. Total, una vez acusados...

    Me alegra leerte, Ferreiro. Entre la mundanza y lo que no es mudanza, ando desconectado practicamente de todo. Me va a costar retomar el hilo por donde lo llevaba.

    Una última cosa que quisiera matizar. Hablas de orgullo patriótico. Yo, en tu caso, me hubiera defendido igual, con independencia eso sí, de ser español, mexicano o senegalés. A mi modo de ver fue educación y civismo lo que pretendiste mostrarle al pequeño aprendiz de Nelson, no sé hasta que punto influía la rojigualda en tu aventura -lo sé, inevitablemente un tanto apátrida-.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar